lunes, 26 de mayo de 2008

Seis cosas que no me interesan

Este artículo es una continuación de “Una bonita idea” y responde a una invitación realizada desde Vesedo

Había empezado a escribir la segunda parte de este mega-post que he decidido hacer de algo que al resto les ocupo doce líneas, cuando me dio por mirar lo que llevaba escrito. Un folio para sólo dos puntos de seis va a ser mucho, no ya para vosotros (que también), sino para mí. Por lo tanto, trataré de resumirlo a un espacio menor.

Comenzando por donde lo hacía el anterior borrador, una de las cosas que no me interesan es las introducciones de las asignaturas. Ese “tema cero” que no vale realmente para nada pero siempre te repite, con leves e insustanciales cambios, en todas las asignaturas. En mi carrera te cuentan donde se hallan los límites cronológicos de lo que estudiarás, cuales son las principales fuentes por la que los investigadores se guían, yacimientos o documentos esenciales,… Conceptos variados que poseen un denominador común, no entran en ningún examen y tampoco servirán para adornar una buena explicación.

En segundo lugar se encontraba la prensa del corazón en general. De verdad que no puedo entender como a alguien le puede gustar conocer la vida de gente con la que nunca ha hablado, ni tampoco trabajará con ellos, ni siquiera tienen amigos comunes. Sin embargo es un negocio pujante y una opción segura para cualquier cadena o editorial. De hecho, para mí lo peor que puede ocurrir en televisión es que este tema ocupe la mitad de un telediario, y en realidad ocurre en más cadenas nacionales de lo que os podáis creer. Yo opino que en el telediario sólo tendría que haber noticias “de verdad”, es decir: política, economía, información internacional,…

Tampoco me interesa, de forma general, el mundo de la política. Lo sigo con interés puesto que sus decisiones me afectan, pero muchas veces no lo entiendo, se pelean por cosas más o menos nimias mientras temas esenciales siguen sin tratarse.

En la misma línea, no me interesa es estudiar el pasado empleando conceptos modernos. Considero que más allá de la Revolución Francesa las ideas actuales de política o economía, por ejemplo, no se pueden aplicar. Para mí oír que César o Pompeyo eran de izquierdas o derechas me suena a una aberración, pues no tenían esos conceptos, ni se podría atribuir las ideas políticas que esos términos poseen a la situación del momento.

No me interesan los cuadros que se exponen en el Museo Reina Sofía. Es un arte que no entiendo. Visité ese museo hace dos años y salvo el Guernica o los cuadros de Dalí el resto no me llamaron especialmente la atención. Seguramente es que no tenga los conocimientos necesarios para comprenderlos, pero aún así me interesan más la mayoría de los que se cuelgan en las paredes del Prado.

Y ya para terminar no me interesa el futbol. Lo veo un deporte donde la excesiva comercialización ha llevado a que pierda los valores innatos de competición y búsqueda, ante todo, de la diversión. Claro está que en esa definición podría incluir muchos otros deportes, pero en concreto el futbol ha sido explotado hasta crear un estado de alienación popular que me resulta preocupante. Me ha pasado numerosas veces que, visitando fotologs amigos de la Posada, he llegado a algunos donde el tema central es el futbol. De verdad que tal obsesión por un deporte, igual que por cualquier otra cosa, no puede ser bueno.

Un saludo

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