martes, 14 de julio de 2009

En el Juego de tronos se gana o se muere

Cuando una novela engancha al lector, le apasiona, le hace querer, odiar o adorar a los personajes o hace que sus momentos más épicos se recuerden con nitidez estamos ante una buena novela. Cuando hace todo ello es una obra genial.

Si el final es sobrecogedor, apasionante, una culminación adecuada o realmente lleva a devorar más libros del autor, se tratará de un buen final. Si lo tiene todo será un final legendario.

Y si en un mismo volumen tenemos una obra genial y un final legendario estaremos ante “Juego de Tronos”.

UNA OBRA MAESTRA

Hoy mismo he terminado el primer libro de Canción de hielo y fuego y diré sin ningún miedo que George R. R. Martin es un verdadero artista. Me ha llevado a cada situación de los Siete Reinos y de las tierras de los Dhothrakis con una sencillez y amplitud como pocas novelas han hecho. Las maquinaciones del Consejo Real y la inutilidad del Rey Robert, el honor de Eddard Stark, el pragmatismo de Tyrion, la evolución en la personalidad de Daenerys, los espíritus contrapuestos de Arya y Sansa, la desgracia de Bran, el auge de Robb Stark,...

Tanto las intrigas de palacio como las batallas son esplendidas, magnificamente narradas. Sin muchos detalles pero tampoco insuficientes. Los justos para transmitir la confusión de algunas situaciones, ir descubriendo poco a poco otras, descubrir las menos con una brusquedad medida y sobrecogedora.

La desaparición de personajes secundarios, pero también de dos principales... uno que poco hacía pero otro que era de los mejores y más interesantes. Eso si fue un golpe duro... Pero no por ello malo, había de ocurrir y con ello dio un nuevo vuelco a la trama. Uno de tantos. Todos perfectamente situados en momentos clave para mantener la acción y el interés por lo que ocurre. Alejando el aburrimiento en todo momento.

Y el final es, cuanto menos, genial. Plantea interrogantes muy interesantes, premia personajes que se lo merecen y castiga a los que no, pero también deja una situación dentro de los Siete Reinos que hace muy interesante las perspectivas del segundo libro.

Tan bueno es el final que sólo tres capítulos finales merecen leerse el libro completo:
- el de Arya plantea un nuevo escenario en su última página. Sobrecogedor.
- Daenerys logra al final aquello que ha ansiado con todas sus fuerzas durante el libro y, antes de ella, su hermano Viserys. Es la culminación de su evolución desde una niña a una poderosa líder. Enternecedor.
- Y el mejor de todos para mí, el último capítulo de Catelyn, en el que su hijo Robb convoca un consejo para analizar la situación final, los hechos que allí ocurren me emocionaron como pocas veces ha ocurrido, incluso en el cine, la televisión o la vida real. Grandioso. Desde mi punto de vista, un verdadero premio del autor al lector.

Así pues, sólo me queda una cosa por decir: ¡Larga vida al Rey del Invierno!