sábado, 23 de mayo de 2009

Un sonoro aplauso para Pep

Lo que diferencia a los Premios importantes del resto no es su cuantía económica, donde se entreguen o quien los entregue. El factor determinante es el premiado, quién recibe el galardón. Por eso los Premios Nadal, Planeta o Cervantes son mucho más importantes que el concurso de escritura e las fiestas de mi barrio. Y entre todos destaca, sin duda, el Nobel. Un premio que en cada una de sus ediciones honra a personas con una destacada trayectoria y cuyas aportaciones han servido a la Humanidad bien sea a través de investigaciones científicas o mediante el arte y la cultura.

Similares al Nobel pero a nivel peninsular se encontraban los Premios Príncipe de Asturias, con un gran reconocimiento internacional y premiados de una gran talla. Pero esto ocurra en todas las categorías sólo hasta hace unos años.

Ahora algunas han dejado de estar guiadas por la calidad profesional de sus premiados (que debería estar bien formada, con una larga trayectoria y reconocida por todos). Hablo de la edición 2003 del Premio a la Concordia, cuando se lo dieron a la escritora J. K. Rowling por su impresionante currículum escribiendo, publicando y vendiendo miles de copias de Harry Potter. Yo se lo habría dado en candidatura conjunta con sus publicistas, así al menos sería más realista. O a Ingrid Betancourt en el 2008 porque estuvo secuestrada durante seis años por la guerrilla de las FARC. Los motivos para esta última eran más adecuados que los del 2003, puesto que el jurado lo hacía como un medio para “solidarizarse con todas aquellas personas que padecen las mismas dramáticas e inadmisibles condiciones que ella ha sufrido”. Pero ¿no sería mejor darselo a alguna asociación que luchase activamente por poner en libertad a los secuestrados, hacer una labor de concienciación pública y ofrecer ayuda a los ya rescatados?

Otro ejemplo de la decadencia de algunos Premios es el de Deportes donde en los últimos cinco años sólo dos premiados tienen una importante carrera profesional a sus espaldas (Michael Schumacher en 2007 e Hicham El Guerrouj en 2004). El resto se han basado en un mero oportunismo mediático: con Rafael Nadal en el año (la semana) que se proclamó número uno mundial tras pocos años en la elite, la selección Española de Baloncesto cuando ganó su primer Campeonato del Mundo y Fernando Alonso cuando gana su primer título mundial (todos ellos comparables a los 30 años en el deporte de Schumacher, claro).

Ambos trofeos han perdido, para mí, toda valía. A un premiado en Comunicación y Humanidades (Google en 2008, Nature en 2007, National Geographic en 2006,...) por ejemplo sí me gustaría escucharlo en las conferencias que ofrecen la semana de los premios, porque es un seguro de que aportará algo a mi conocimiento, pero si la da alguien cuyo valor es haber ganado su primer título ese año...

¿Y a que viene este “incendiario” análisis? Pues que uno de los candidatos este año al Premio Príncipe de los Deportes (Pep Guardiola, entrenado del F. C. Barcelona) ha recomendado al jurado que se lo diesen a otro, pues su carrera aún no es lo suficientemente amplia.



Un notable gesto de gratitud, sinceridad y buen criterio, pues seguramente sería uno de los principales candidatos para este premio del Marketing. Y mucho más si el Barcelona logra hacerse también con la Copa de Europa

Así pues, he de darle un sonoro aplauso a Pep Guardiola por sus palabras.
Un saludo desde Júpiter!

Fuente: El País (22-05-2009)

2 comentarios:

  1. Y también lo mucho que les encanta barrer para casa...

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  2. Vaya, pues Pep podría haber dicho que me lo dieran a mí, así salgo en la tele y me hacen entrevistas y me ligo a algún famosete con dinero xD
    PD. A mí me parece correcto que se lo dieran a la de Harry Potter, única y exclusivamente porque hizo leer a millones de niños y eso no tiene precio.
    PD2. Al final no hicimos una entrada al llegar a casa...
    PD3: ¡¡¡INCENDIARIO!!!

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