miércoles, 21 de octubre de 2009

Junto al río Nonaya

Parece mentira la cantidad de paisajes bellísimos que contiene Asturias en plena naturaleza (y no tanto también) y cuán poco se visitan. Estoy pensando ahora mismo de una ruta de senderismo que hice unas semanas atrás junto al río Nonaya, en el concejo de Salas.

Empezando por la propia Salas, es un pueblo del Camino de Santiago no muy grande pero sí acogedor. La plaza mayor está presidida por dos edificios insignes: la iglesia y un palacete con arco, que debió pertenecer a algún pequeño noble local tiempo atrás y actualmente es un hotel.


El río, a la par del cual ha crecido, ha sido también acondicionado con un paseo ajeno al escaso bullicio que Salas pudiera tener en algún momento. Un buen aprovechamiento de ese entorno que ya quisieran muchos otros núcleos con más medios a su disposición.

En cuanto a la ruta en sí, la mayor parte del recorrido es una suave pendiente que asciende dejando el río en el fondo del valle a su izquierda. Pronto se vislumbra las instalaciones abandonadas de lo que en el pasado pudo haber sido una pequeña explotación minera o de algún otro tipo. Son unas estructuras que la naturaleza ha vuelto a reconquistar, ofreciendo una estampa que atrae rápidamente el objetivo de la cámara.


A medida que se asciende por el camino, flanqueado por árboles, se tiene una panorámica cada vez más elevada del valle hasta llegar casi al final de la ruta. Cuesta encontrar la desviación final, pero vale con saber que se encuentra a media distancia entre los puentes construidos en el camino principal.



Los últimos doscientos cincuenta metros son una bajada hasta el fondo del valle, por un camino abierto por el tránsito entre la maleza pero para nada peligroso. Conduce a la cascada final, un pequeño salto del río. Sin ser espectacular, sirve como premio suficiente para el esfuerzo realizado. Todo ello en un paraje acogedor donde la luz apenas se filtra entre los árboles y en el que, desde un pequeño puente, podremos escuchar el sonido del agua golpeando sobre las rocas.

Así pues, se trata de una ruta fácil y bonita que se completa, sin hacer grandes paradas, en un par de horas o tres.

Un saludo desde Júpiter

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